
La noticia en sí no es muy relevante, sobre todo después de que muchos usuarios lleven meses disfrutando del juego sin ningún tipo de censura gracias a los chips y cierto animal de carga. Pero quiero aprovechar este post para comentar un poco el tema. Antes de nada, dejar claro que las opiniones aquí vertidas son a título personal, si alguien no está de acuerdo, me parece estupendo, no estoy dando una verdad absoluta, tan sólo voy a comentar el tema desde mi punto de vista.
Lo primero, recordemos de dónde viene tanta polémica. El juego trata de un loco (o no tan loco) que se escapa de un hospital psiquiátrico. El problema está en que para escapar y huir de sus perseguidores, utiliza unos métodos bastante violentos, un juego muy sangriento y muy explícito (en el nivel que lo permite el juego, los gráficos no son nada realistas, de hecho, son bastante malos...). El problema se acentúa en la versión de Wii, que no sólo nos encargamos de matar sino que además tendremos que emular los movimientos para matar a nuestros enemigos, lo cuál le da un realismo no apto para menores ni para mentes sensibles.

Muchas asociaciones de padres salen a la calle cada vez que un juego de temática adulta sale a la venta. "Nuestros hijos no deben jugar a esto!", proclaman.
Lo primero, todas estas quejas no son más que publicidad para el juego. A casi ningún aficionado le interesaba (la primera parte no gustó a casi nadie), pero basta que lleguen las asociaciones puritanas que viven para ayudarnos a ser mejores personas quejándose y ya todo el mundo lo quiere (¡¡si lo prohíben será porque tiene que ser lo peor!! ¡¡Hay que hacerse con él!!).
Segundo, el juego iba a salir (y de hecho al final sale) con la calificación de +18, o lo que es lo mismo, "para mayores de 18 años". Si los padres se quejan de que sus hijos menores juegan a él, ¡¡es porque esos padres son "tan buenos" que se lo han comprado!! O si no lo han hecho, ni siquiera se han preocupado de saber a lo que juegan sus hijos!!

Todavía recuerdo cuando era pequeño y en las noticias iban a poner alguna imagen escabrosa, una de dos, o no la ponían, o avisaban antes para que quien no quisiera verla pudiese apagar la tele, cambiar de canal o darse la vuelta. Ahora, estás comiendo y sin aviso alguno te ponen imágenes de guerras, muertos, violencia. Son esas cosas las que insensibilizan a los jóvenes de hoy y no los juegos. Si en vez de denunciar tantas tonterías se dedicasen a cuidar lo que ponen en la televisión y a las horas en que lo hacen, seguro que no habría tanta polémica. Y si los padres se dedicasen a cuidar más a sus hijos y no a darles todo lo que quieren para tenerlos ocupados, no nos encontraríamos con tantas hordas de chavales violentos, que parece que ahora no hay más que noticias de jóvenes de 15 años dando palizas a adultos porque se saben inmunes a la ley. Esto, señores, no es culpa de los juegos.
Así que, a las televisiones, dejen de protestar contra los juegos y moderen sus contenidos; A los organismos censores, dejen de prohibir los juegos y preocúpense de que lleven las calificaciones oportunas al igual que las películas; Y a los padres, dejen de protestar contra los juegos y preocúpense de sus hijos.